lunes, 16 de agosto de 2010

GRANDES PERSONAJES


HECTOR: Héctor es uno de los personajes principales en el poema homérico de la Ilíada. Como comandante de las fuerzas de la ciudad de Troya, su contribución a la resistencia frente al ejército griego fue decisiva. En la obra, Héctor se sitúa como el personaje antagonista de Aquiles, además de en el campo de batalla, en el carácter. Mientras que la Ilíada comienza haciendo referencia a Aquiles, termina con la muerte de Héctor:

Mas, así que se descubrió la hija de la mañana, Eos de rosados dedos, congregóse el pueblo en torno de la pira del ilustre Héctor. Y cuando todos se hubieron reunido, apagaron con negro vino la parte de la pira a que la llama había alcanzado; y seguidamente los hermanos y los amigos, gimiendo y corriéndoles las lágrimas por las mejillas, recogieron los blancos huesos y los colocaron en una urna de oro, envueltos en fino velo de púrpura. Depositaron la urna en el hoyo, que cubrieron con muchas y grandes piedras, amontonaron la tierra y erigieron el túmulo. Habían puesto centinelas por todos lados, para vigilar si los aqueos, de hermosas grebas, los atacaban. Levantado el túmulo, volviéronse: y reunidos después en el palacio del rey Príamo, alumno de Zeus, celebraron el espléndido banquete fúnebre. Así celebraron las honras de Héctor, domador de caballos.


Pese a ser el guerrero más temido por sus enemigos, Héctor no aprobó la guerra entre griegos y troyanos. Al observar como Paris evita combatir con Menelao, le reprocha que rehúse el combate tras haber causado tantos problemas a la patria. Por lo tanto, Paris propone enfrentarse a Menelao en combate singular, cuyo vencedor se habría de quedar con Helena y pondría fin a la guerra. Sin embargo, durante el duelo Afrodita se lleva a Paris del campo de batalla. Menelao reclama la victoria, pero Pándaro lo hiere con una flecha desde las murallas, y la guerra se reanuda.

Los griegos atacan y obligan a los troyanos a retirarse, por lo que Héctor debe salir y encabezar el contraataque. Cuando se dispone a atravesar las puertas de la ciudad, su esposa Andrómaca, con Astianacte en los brazos, lo detiene y le suplica, en su nombre y en el de su hijo, que no salga. Héctor sabe que Troya y la casa de Príamo están condenadas, y que sus destinos serán la muerte o la esclavitud en un país extranjero. Él le explica que no puede rehuir la lucha, y la consuela con la idea de que nadie podrá abatirlo hasta que llegue su hora. El brillo del yelmo de bronce asusta a Astianacte y lo hace llorar. Héctor se lo quita, abraza a su familia, y pide a Zeus que su hijo pueda llegar a convertirse en caudillo y obtener más gloria en la batalla que él.

Durante la noche, los troyanos se reúnen en junta. Polidamante, amigo y lugarteniente de Héctor, aconseja volver a la ciudad para protegerse de la ira y la embestida de Aquiles. Sin embargo, Héctor desoye el consejo, ordena mantenerse en el campamento y se muestra decidido a enfrentarse a Aquiles:

Mañana, al apuntar la aurora, vestiremos la armadura y suscitaremos un reñido combate junto a las cóncavas naves. Y si verdaderamente el divino Aquileo se propone salir del campamento, le pesará tanto más, cuanto más se arriesgue, porque me propongo no huir de él, sino afrontarle en la batalla horrísona; y alcanzará una gran victoria, o seré yo quien la consiga. Que Ares es a todos común y suele causar la muerte del que matar deseaba.

Al día siguiente, Aquiles y los griegos avanzan empujando a los troyanos hacia la ciudad. Héctor se asusta y se mezcla entre las tropas por consejo del dios Apolo. Pero tras dar muerte Aquiles a Polidoro, hermano de Héctor, éste deja de esconderse y acude al enfrentamiento. Nuevamente, Apolo ayuda a Héctor, retirándolo del combate.

En la retirada a la ciudad de las tropas troyanas, Héctor queda fuera de las puertas y es perseguido por Aquiles. Dan tres vueltas a las murallas hasta que Atenea, en la forma de Deífobo, incita a Héctor a plantar cara a Aquiles.

Héctor pide a Aquiles que se honre el cadáver del perdedor, pero el griego rechaza cualquier trato. Finalmente Aquiles mata a Héctor, clavándole la lanza en la base del cuello, el único lugar desprotegido por su armadura.

Una vez muerto, el cuerpo de Héctor es lacerado por los aqueos, y posteriormente atado por los tobillos al carro de Aquiles, que lo arrastra extramuros. Durante varios días, el cuerpo permanece expuesto al sol y los animales, pero el Dios Apolo protege el cuerpo del héroe de estos maltratos y lo conserva impoluto. Finalmente, el rey Príamo, con la ayuda de Hermes, se aventura hasta la tienda de Aquiles y le suplica por la devolución. Aquiles se apiada y, a cambio de un rescate, entrega el cadáver de Héctor a su padre, que ya en Troya realiza unos funerales.

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