jueves, 12 de agosto de 2010

ASESINOS SERIALES


Ricardo Leyva Ramírez nacio el 29 de febrero de 1960 en El Paso Texas estados unidos.
Como la mayoría de los asesinos en serie, Ramirez fue en su adolescencia un chico problemático: a los 9 años ya comenzo a robar y más tarde a consumir drogas en Texas, su estado natal. Una vez en Los Angeles, comienza su carrera como asesino, sin unas pautas concretas lo cual hacía más difícil su detención: mataba a personas dándole igual sexo, raza, edad o condición. Las armas utilizadas iban desde un bate de béisbol a un puñal, pasando por varios tipos de pistolas.

Su modus operandi también oscilaba, ya que podía asesinar de una manera organizada sin dejar pista o matar sin ningún cuidado creyéndose amparado por Satán, dibujando signos satánicos en las paredes, comiendo en casa de sus víctimas, robándoles el dinero que llevaban encima o dejando las armas homicidas en el lugar del crimen.

Su juego preferido era salir de caza, acompañado por un walkman en el que escuchaba a AC/DC, su grupo favorito. Al principio, solo golpeaba y violaba, dejando incluso a la mayoría de sus víctimas con vida, pero después se hace más sádico, como por ejemplo, en el asesinato de una joven, a ala que violó y sacó los ojos con una cuchara, matándola después y enviándolos a su casa al día siguiente.

Richard Ramírez fue capturado gracias a su última víctima, la cual sobrevivió al ataque y que tuvo la sangre fría de, tras ser violada, asomarse por la ventana. Vio escapar a Ramírez en una furgoneta Toyota de color naranja, y se lo comunicó a la policía. Casualmente un niño, vecino de la víctima, había anotado la matrícula de la furgoneta ya que ésta le había parecido sospechosa. La policía localizó la furgoneta y tomaron las huellas dactilares, dando con la ficha policial de Ramírez. La ciudad de Los Ángeles se llenó de carteles con el rostro del merodeador nocturno, que en aquellos días estaba fuera de la ciudad, ajeno a la orden de caza y captura. A su vuelta, unos hispanos le reconocieron por la calle y estuvo a punto de morir linchado por éstos; tuvo que ser la propia policía la que le salvara del linchamiento.

Fue acusado de 14 asesinatos, 5 intentos de asesinato, 9 violaciones (entre las cuales 3 fueron a menores), 2 secuestros (solía secuestrar niños para abandonarlos a cientos de kilómetros de su casa sólo por el placer de hacerlos sufrir), 4 actos de sodomía, 2 felaciones forzadas, 5 robos y 14 allanamientos de morada. A pesar de estos datos, se estima que actuó en muchas más ocasiones ya que su modus operandi no era fácilmente identificable y él nunca colaboró con la policía dando datos de sus crímenes.

Finalmente el 3 de octubre de 1989 tras cuatro días de deliberaciones el jurado votó por la pena de muerte para Richard Ramirez y el 4 de noviembre fue ratificada la sentencia de 19 penas de muerte, sentencia que aún no es ejecutada.

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